Si, otra vez
emprendemos camino… una famosa frase dice así: “El mundo es como un libro
abierto, y quien no viaja, solo ha leído la primera página”. Hagámosle caso y
viajemos.
Nuestro destino
se encuentra a 400 kilómetros, aunque hay que tener en cuenta que los últimos
100 kilómetros se complican, lo que hace que el viaje en coche se alargue hasta
algo más de 5 horas.
Nos dirigimos a
un lugar donde, aunque parezca mentira, termina la carretera… sí, llegados a un
punto, el camino construido por el hombre culmina impotente ante una majestuosa
construcción caliza de más de 2.000 metros de altura. Nos vamos a un lugar
impresionante de la geografía española, los Picos de Europa.
En esta ocasión,
pararemos en el Parador de Fuente Dé, aunque la zona es rica en alojamientos
preciosos y de muy alta calidad por lo que no os resultará difícil encontrar un
buen alojamiento. El destino es un lujo para los sentidos.
Desde Madrid
podéis optar por coger la carretera de la Coruña o la carretera de Burgos. En
ambos casos, lo más rápido es ir hasta Cervera de Pisuerga, donde a través de
la carretera CA-184 llegaréis a Potes, subiendo el puerto de Piedrasluengas de
unos 1.350 metros de altitud (tenéis que parar en su mirador, desde donde
podréis disfrutar de unas maravillosas vistas de Picos de Europa). Siendo así, la
única diferencia entre una u otra opción estaría en los 10,55 € del peaje de la
AP6. Como opción alternativa al puerto de Piedrasluengas (son muchos kilómetros
por carretera de montaña) no os salgáis de la
A-67 a su paso por Cervera de Pisuerga y continuar por la misma
dirección Santander. De esta manera llegaremos a Potes tras pasar por Unquera y
Panes y como no, por el famoso “Desfiladero de la Hermida”… pocos adjetivos
pueden describir la belleza del lugar, aunque quizá sean los 20 kilómetros más
difíciles en los que he tenido que conducir.
Una vez en Potes restarán únicamente 23 kilómetros hasta Fuente
Dé por la carretera CA-185.
El Parador de
Fuente Dé es de los pocos hoteles de la red de Paradores que aún no han
conseguido las cuatro estrellas, pero quien necesita una estrella, con los
colosos que tiene como guardianes. La
ubicación del hotel es inmejorable, a los mismos pies de los Picos de Europa.
El hotel es el
típico refugio de montaña, donde priman por encima del resto de materiales,
piedra y madera. No es difícil verse en
uno de sus cálidos salones, viendo caer la nieve sobre la ladera de la montaña,
con la única, pero excepcional compañía, de un buen libro y un humeante tazón
de café.
Las instalaciones
del hotel no son muy grandes, ya que es un edificio de tres alturas, con dos
alas de habitaciones, diversos salones pensados para cobijarse del frio
invierno y el restaurante principal donde poder degustar su famoso cocido
lebaniego.
Como os he comentado, la ausencia de una cuarta estrella no se deja
notar en las habitaciones ni por tamaño ni por comodidad.
El suelo, como en
todo el resto del hotel, es de madera, lo que da a la habitación una magnifica
sensación de calidez. La habitación tendrá unos 30 metros cuadrados, al que
añadir un gran baño… si bien, en mi
opinión, lo mejor de la habitación lo encontramos tras una puerta acristalada
que nos separa de una generosa terraza donde deleitarse durante horas con la
visión imponente de las montañas y el sonido del silencio más absoluto… tened
en cuenta que no todas las habitaciones tienen ésta terraza y que no todas las habitaciones están
orientadas hacia las montañas, por lo que poned especial celo a la hora de solicitar
la habitación.
El hotel dispone
de aparcamiento tanto al aire libre como cubierto. En la mayor parte de las
épocas, el parking al aire libre es perfecto, pero si váis en época de nieves,
os recomiendo tener el coche ha cubierto ya que de lo contrario es probable que
al día siguiente esté sepultado.
El Parador se
encuentra al lado de las instalaciones del teleférico que os llevará a la cima
de nuestros poderosos vecinos… Una de las principales actividades de la zona es
el ascenso al Mirador de Áliva. Los más osados pueden optar por hacer el
ascenso a pie, aunque por 9,50€, solo ida, o 15€, ida y vuelta, el teleférico
os llevará hasta el mismísimo mirador… estar colgado de un simple cable a cientos de
metros de altura tiene su gracia, por lo que os recomiendo que subáis con el
teleférico y hagáis el descenso caminando… os espera un precioso recorrido de
16 kilómetros por uno de los lugares más
bellos del país.
Si desde el punto
de vista de la situación, nuestro destino es impresionante, no queda a la zaga
gastronómicamente. La zona que nos hospeda en esta entrada tiene una rica
presentación gastronómica: cocido lebaniego, fabes con almejas y carnes de
vacuno, cordero y cabrito serán los protagonistas de la mesa.
Pero empecemos
por el principio, el desayuno del Parador. Después de visitar diversos
Paradores, el desayuno es lo único que en todos ellos ha mantenido el nivel de
calidad exigible, por lo que en esta ocasión me limitaré a decir, que no hay
nada nuevo que decir…
Os voy a hablar
de tres sitios… dos buenos y uno pésimo… parece increíble que en un sitio donde
se come tan bien, sea posible encontrar un lugar tan horrible… creo que mejor
empezar por el malo para terminar con
buen sabor de boca…
Pues bien, el
lugar en cuestión se halla en la localidad de Comillas… su nombre es Restaurante El Picoteo… y la comida, el
servicio e incluso el precio, si tenemos en cuenta las dos variables
anteriores, son pésimos, por lo que, teniendo en cuenta que la ciudad es muy
turística y tiene multitud de restaurantes, no os decantéis por éste.
En el lado
contrario, puedo recomendaros el restaurante La Serna. Se encuentra justo a la
entrada de Potes, según venimos desde Fuente Dé. Tiene una terraza en el
exterior y dentro un amplio comedor, muy acogedor. El menú está muy bien. Mucha
diversidad de platos a un precio de 11 €. Recomendaros… la fabada en cazuela de
barro, el cocido lebaniego, cualquiera de las carnes… un sitio muy recomendable
para comer un buen menú del día a un precio razonable.
Y para el final,
la joya de la corona… a Fuente Dé únicamente se puede llegar desde Potes… en menos
de 10 minutos, a escasos 5 kilómetros de Potes, en Cosgaya, se encuentra un lugar que, desde
el primer momento, me enamoró… cuál sería mi sorpresa posteriormente cuando
descubrí que se trata de uno de los restaurantes más reconocidos de Cantabria… Hotel el Oso… solo sentarse en su
terraza a degustar un café en la más absoluta tranquilidad es un placer… pero
sentarse en su comedor a degustar una de sus cenas, me va a resultar difícilmente
descriptible… empezando por un acogedor salón de montaña… seguido por un servicio
exquisito, profesional, cercano, amable, familiar… y terminando por unos platos
que poco o nada tienen que envidiar a los servidos por Carme Ruscalleda…
cualquier de los platos que encontréis en su carta, hará las delicias del más
exigente de los comensales… para el final, la peor parte… pagar… ni siquiera
ese momento os amargará una deliciosa velada.
Espero que os
guste…