viernes, 18 de enero de 2013

Hotel Viura



Un nuevo destino nos espera… nos dirigimos a un zona de la geografía española, famosa en el mundo, tanto por su belleza visual, Naturaleza y Arquitectura han trabajado hombro con hombro para llegar a un equilibrio difícil de igualar, como por su magnifica gastronomía.

Iniciemos camino pues...  la Rioja Alavesa es nuestro destino y mas exactamente el Hotel Viura, en la población de Villabueva de Álava a 361 kilómetros de Madrid. Llegar es sencillo. Después de 244 kilómetros por la A1 y 57 kilómetros más por la AP1, tomar la carretera N-232 dirección Logroño durante 21 kilómetros. A esa altura coger la carretera LR-318 y en pocos minutos os encontrareis en casa.

Dos accidentes geográficos delimitan este lugar tanto a norte como a sur. Por el norte, la Sierra de Cantabria protegerá nuestros sueños al tiempo que el majestuoso rio Ebro nos acuna desde el sur. El paisaje es una mezcla irrepetible de colores ocres y mostazas, donde la paleta de colores del otoño toma vida en los viñedos que inundan cada rincón de esta tierra.

Poco se puede decir del pueblo donde nos llevan nuestros pasos. Villabueva de Álava es un pueblo muy pequeño donde queda plasmada la realidad de la zona... en un pueblo de no más de 500 habitantes, encuentran cobijo tres bodegas, una de ellas, la Bodega Luis Cañas, quien según la prestigiosa revista Wine Advocate tiene en su vino Crianza el mejor vino del mundo según calidad precio del 2012, palabras mayores en un sector tan competitivo como el vitivinícola..., y un hotel de prestigio internacional, el Hotel Viura.

No son muchos los hoteles del mundo que pueden presumir de ser protagonistas de tal cantidad de publicaciones en medios de prensa tan dispares, los cuales van desde la afamada revista Condenast Traveller hasta el periódico The Times, haciendo parada intermedia en prensa económica (Cinco Días) o de ocio (Esquire).

Tan pronto nuestros ojos se encuentran ante él, se hace fácil comprender el motivo de tanta repercusión mediática... tenemos ante nuestros ojos una de las edificaciones existentes en la zona que llevan a la máxima expresión la Arquitectura al servicio del Vino. Esta maravilla arquitectónica hay que agradecérsela a la firma Designhouse en estrecha relación con la arquitecta Beatriz Pérez Echazarreta. Podría pensarse, que un día, sus creadores se subieron al campanario de la iglesia adyacente y como en un juego, comenzaron a lanzar sus cubos aleatoriamente, siendo obra del azar la indescriptible construcción resultante.

Ni su colorido ni su configuración desentonan en Villabuena de Álava, lo que habla maravillas de los creadores de esta obra, los cuales han conseguido integrar su edificio como una casa más del pueblo que le da calor.
Mis palabras poco más pueden aportar para describir el edificio que tenemos ante nuestros ojos, bueno si, una sola cosa más... tenéis que verlo... Os he hablado del edificio, pero esto es un blog de hoteles, por lo que se hace imprescindible empezar a bucear en los detalles de su interior...
 El hotel dispone de una amplia zona de aparcamiento, aunque al aire libre, lo cual es un pequeño "pero" si tenemos en cuenta que la zona es muy fría y húmeda, si bien, creo que el inconveniente que ello supone es asumible con objeto de evitar romper la armonía del espacio en que nos hayamos.

El buen gusto que los creadores de este lugar han mostrado con el exterior del hotel no cesa en su interior. La decoración esta cuidada al detalle, siendo las máximas estrellas de esta superproducción, la madera, el cristal y el hierro, encontrando infinitas referencias al vino en la gama de colores utilizada.

La habitación es amplia y muy cómoda, siendo la gran protagonista de la estancia una grandiosa cama. Las paredes se encuentran en hormigón visto, pero la sensación de frialdad que este material podría llegar a transmitir se ve mitigada por los elementos de madera maciza presentes en la habitación y una gran alfombra. La integración de tres elementos como el hormigón, la madera y el acero crean una estancia plenamente vanguardista.

Os preguntareis si hay algún "pero"... siempre los hay, aunque por supuesto, como a menudo digo, este blog plasma una opinión muy personal de quien lo escribe, por lo que os rogaría que así lo tomarais... el primero de los pequeños problemas que me he encontrado es la iluminación. En mi opinión, la habitación tiene poca iluminación. Es verdad, que durante las horas de sol, su escasez no se aprecia debido al enorme ventanal con que cuentan las habitaciones, pero al llegar la noche, los puntos de luz disponibles en la habitación se hacen algo escasos, dando lugar a una estancia poco iluminada.

El segundo de los problemas, es el hecho de que parte del baño (una preciosa encimera de madera coronada por una magnifico lavabo) se encuentre en la propia habitación, quedando en otra estancia el wc y la bañera, lo que en mi opinión, genera algunas incomodidades.

Cuando me hospedo en un hotel de este nivel, más que la habitación en sí, lo que determina mi opinión sobre el mismo es sobre todas las cosas, su desayuno. El Hotel Viura tiene un desayuno acorde a su prestigio. En los días de mi estancia, el hotel se encontraba prácticamente vacio, de tal manera que el desayuno se convirtió en un momento encantador, absolutamente personalizado en la medida en que todo el desayuno se realizo a la carta.  Los platos calientes perfectos, un pan delicioso acompañado de una mantequilla exquisita, la fruta riquísima... y el café muy bueno. En mi opinión, el desayuno es de 9,5 y no de 10, porque la perfección se hace siempre subjetiva de cada persona, por lo que me guardo ese medio punto para otra ocasión.

Para los amantes del vino, el hotel cuenta con una Vinacoteca donde poder degustar una amplia gama de vinos de la tierra, un lugar perfecto para descansar con una buena copa de vino y una buena compañía después de un día de turismo rodeado de viñedos.
Desgraciadamente en esta ocasión no puede hacer uso de su restaurante, en el cual tengo grandes esperanzas para mi próxima visita, más si tenemos en cuenta que a pesar de que el hotel estaba prácticamente vacio, en el servicio de cenas había bastante gente en el hotel, lo que me hace pensar que como el resto de los servicios que ofrecen, es exquisito.

Del hotel, un último apunte... cuenta con una terraza en el último piso, decorada con amplios sillones que en verano debe ser impresionante.

Respecto al precio, la noche puede estar en torno a 120 € en régimen de alojamiento y desayuno. No entraré yo a valorar sobre lo caro o no de este hotel, ya que en mi opinión, lo uno o lo otro no lo determina su precio, sino la felicidad que esa inversión te devuelve.

Y a pesar de que, como ya he dicho, éste es un blog de hoteles, no puedo dejar de entrar a daros algunos apuntes de la zona. Para mí, una de las más recomendables del panorama nacional.

A escasos 12 kilómetros tenemos la localidad de Laguardia, a cuyas afueras encontramos una de las joyas arquitectónicas de la zona. Entre los viñedos que dan cobijo a esta localidad, se yerguen las famosas Bodegas Ysios en la imponente construcción lleva a cabo por Santiago Calatrava. La manera en que esta construcción queda plenamente integrada en el paisaje es perfecta, siendo espectacular la manera en que el Sol refleja en la ondulante estructura que corona la construcción.

Si continuamos nuestra andadura por la zona, se hace indispensable la visita a la capital riojana. Logroño se encuentra a menos de 30 kilómetros de nuestro hotel, por lo que se presenta como una escapada perfecta. Os recomiendo entrar con el coche hasta la calle Muro de Francisco de la Mata, donde encontrareis un parking muy cercano a la zona monumental de la ciudad. En pocos minutos, nuestros pasos nos llevaran hasta la Concatedral de Santa Maria de la Redonda, la Iglesia de San Bartolomé y la Iglesia de Santiago el Real. Y para los que gustan de combinar un poco de visita cultural con un mucho de visita gastronómica, no podéis dejar de visitar la famosa Senda de los Elefantes. Si os situáis en la calle Laurel, solo tendréis que seguir la línea sinuosa del suelo que os llevará irremediablemente hasta todas y cada una de las puertas de las decenas de bares que abarrotan esta famosa calle. Estoy seguro de que después de cuatro o cinco paradas, entenderéis perfectamente lo de los "elefantes"...

Por último os he dejado la visita a Elciego, localidad de 1.000 habitantes… un pueblo como tantos otros de la geografía española si no fuera por el prodigio de la arquitectura que realizó Frank Gerhy para la Bodega Marqués de Riscal. No podéis pasar por la zona y no asomaros a ver esta maravilla, esta construcción de metal ondulado pintada con los colores del vino, absoluto protagonista de todo lo que nos rodea. Es más, os recomiendo encarecidamente que realicéis su visita guiada, donde poder descubrir el mimo y pasión con la que trabajan la materia prima que tanta riqueza otorga a esta zona. Es curioso, pero después de esta experiencia, seréis un poquito más amantes del vino.

Espero que os guste…