sábado, 29 de junio de 2013

Restaurante La Posada (Jerez de la Frontera)


En esta ocasión, no os propongo que me acompañéis en mi paseo por los rincones de un hotel, recorriendo cada una de sus estancias y disfrutando de sus servicios y gastronomía. Esta vez, dejaremos a un lado el tamaño de la cama, la iluminación de la habitación, la carta de almohadas y la calidad de las amenities. 

Desviémonos de nuestro habitual sendero, para adentrarnos en otro no menos apetecible. Os propongo un viaje por los placeres de la gastronomía. En muchas de las entradas anteriores, ya hice referencia a restaurantes, pero he pensado que un placer como el de sentarse a la mesa es merecedor de ser el único protagonista de estas letras, por lo que esta será la primera entrada de otras que la seguirán centradas única y exclusivamente en este placer. Ni que decir tiene, que las habituales entradas de hoteles seguirán muy presentes en este blog, aprovechando la ocasión para informaros de que en la próxima entrada del blog cruzaremos el charco hasta tierras mayas... 

 Este nuevo camino empieza en el Sur de España, y más concretamente en tierras gaditanas, esas que cada vez que visito son capaces de conquistarme como la primera vez.  Fácil es encontrar un lugar donde degustar un pescaíto frito o una caballa recién sacada del mar acompañada con un poquito de piriñaca… y qué decir de una riquísima tapa de menuo o de tortillita de camarones acompañada de un tintito de verano en plena playa de Camposoto… un momento único.

El restaurante que considero adecuado para comenzar este camino, se encuentra situado en Jerez de la Frontera… recordad bien su nombre, porque es un lugar que merece muchísimo la pena… La Posada (Calle Arboledilla, 1 - 956 33 91 20)

Es un restaurante pequeño, pero con mucho encanto, intimo y acogedor como pocos, mezclando paredes encaladas con ladrillo visto, lo que unido a los diversos arcos que separan las distintas estancias, nos llevan a un clásico cortijo de la zona, fusionado con una elegante decoración. Este lugar que os recomiendo es un lugar para degustar las mejores materias primas, sin florituras ni artificios que distraigan nuestros sentidos y, es por ello, que en su cocina existe un único protagonista… la plancha. Magnificas carnes del norte, frescos pescados del Sur  y mariscos de ambos, os pondrán difícil la elección, que seguro será acertada, pidáis lo que pidáis. No esperéis salsas que maten el sabor de los alimentos, ni guarniciones excesivas que te priven del bocado principal. En los platos hay un único protagonista y todos los focos se centran en él.

Antes de entrar en los verdaderos protagonistas, me gustaría resaltar la profesionalidad de sus empleados. En mi caso, la maître habitual tenía el día libre e hizo sus funciones el propietario del restaurante. Desde el primer momento, sus recomendaciones fueron muy acertadas y la atención muy personalizada, identificando perfectamente los momentos para interactuar con los clientes y los ideales para retirarse y dejar a los comensales disfrutar en toda su plenitud de los platos.

La carta, muy corta. Pocos platos. Pero tranquilos, lo mejor vendrá en una hoja de papel escrita a mano por el cocinero, que el maître os comentará con todo lujo de detalles. Los platos estrella de cada noche dependerán de lo mejor que hubiera en el mercado esa mañana.

Para empezar y mientras esperamos nuestros primeros platos, una creación del restaurante, “caviar andaluz”. Un riquísimo paté de aceitunas negras con aceite de oliva, acompañado de unas pequeñas tostas de pan. Riquísimo. Perfecto para acompañar los primeros sabores de una buena cerveza servida en copa helada.

Como primeros puedo ofreceros, una simple ensalada de la casa, sin ingredientes exóticos  ni técnicas de cocina fusión. Volvemos a lo ya dicho, buena materia prima, tomates de esos que saben a tomate acompañados de buena lechuga y un magnífico aliño basado en aceite de oliva virgen extra. Otro, uno de mis pequeños caprichos. Unas riquísimas zamburiñas del cantábrico pasadas por la plancha y acompañadas con un chorrito de aceite… impresionante textura con los mejores matices del mar cantábrico.

Y después de estos pequeños caprichos, vamos con los platos principales. Como os comenté, estáis ante una difícil elección. Os propongo dos platos, dos paseos, mar y campo. El primero de ellos, unos chipirones a la plancha, de un tamaño imponente. Una pequeña guarnición acompaña al protagonista del plato… cuando éste es, usando un símil cinematográfico, un Paul Newman,  no hace falta mucho más.

Y el segundo. Un plato que me robó el corazón. El mejor solomillo que he comido, en este caso de buey. No solo por la calidad de la carne, sino porque el maître puso toda su atención a como quería la carne, supo entenderlo y transmitirlo al cocinero, el cual, supo tratar con exquisitez esa pieza de carne. Con un interior completamente rojo, no soltó ni una gota de sangre.  Vuelta y vuelta sobre la plancha, de rojo intenso, pero no cruda, manteniendo todo su sabor y jugosidad, como debe comerse la carne. 

Para terminar, si aún os quedan ganas, una tarta de limón. Ni nombres rimbombantes, ni mezclas extrañas… algo simple. La sencillez llevada a la exquisitez… simplemente una tarta de limón, pero que tarta...

Y vamos con lo malo. Aunque en esta ocasión para nada lo fue. Os prometo que cuando terminéis de cenar, lo que menos os preocupará es el precio. Esa hora y media de placer gastronómico bien valen los 90 € de la factura, eso sí, sin vino... tras echarle un vistazo a la carta, si añadís un vino medio, la factura podría subiros hasta los 120...

Un lugar recomendadísimo al que, por supuesto, en mi próxima visita a tierras gaditanas, regresaré para disfrutar nuevamente de los placeres que este lugar ofrece.

Para terminar, una curiosidad… para los que no lo sepáis, Jerez es tierra de bodegas y, cómo no, la principal familia de la zona son los Domecq... La Posada era el restaurante preferido de Bertín Osborne y  Sandra Domecq durante los muchos años que residieron en la ciudad.
Espero que disfrutéis de este paseo...